A lo largo de la historia del pensamiento, de la humanidad si se me apura, se ha escrito mucho, a veces demasiado, sobre el trabajo. Por gusto, afinidad, obligación o necesidad he leído algunos de esos textos, quizás por cierta filiación marxista (por ponerle un nombre simple), pero hasta esta tarde no había llegado a enfrentarme a uno de sus principales problemas "en persona".
He concurrido en diversos trabajos, la mayoría de ellos, por no decir todos, estacionales, todos ellos los obtuve por alguna suerte de recomendación o encargo por afinidad. Se que en todos respondí a las expectativas (mías y ajenas); pero, como de esto último se deduce, hasta ahora no había tenido que enfrentarme al inconveniente de tener que buscar trabajo como un individuo independiente, y sin más ayuda que la de mi propio currículum.
Ha sido simplemente horrible, no me malintepreten, ni siquiera he empezado a mandar los currículum. ¿Suena a niño bien que se queja por nada?; me hago cargo, pero cuando digo que ha sido horrible, estoy siendo prácticamente objetivo.
Por los trabajos, estacionales eso si, que he desarrollado, se que no supone una inconveniencia insoportable tener que levantarme cada día hacia un mal trabajo, me han pagado menos de lo que merecía y menos de lo acordado inicialmente, maravillas de la contratación en negro y de palabra, aunque también más, en muy rara ocasión.
Lo horrible, el "horror" (ahora si entre comillas) al que me refiero, no es otro que el de enfrentarse a una miserable hoja en blanco, un papel (o una pantalla en este caso) en la que debes resumir tu vida, tu vida útil se entiende, la otra poco importa.
Apenas ocupó un folio, quizás parte del segundo, apenas fui capaz de poner cosas en la lista: Experiencia, estudios, capacidades, etc. Lo horrible no es carecer de preparación o experiencia, se que tengo ambas, el problema, al parecer, es que no puedo hacer constar más que breves períodos de mi vida, sobre los que alguien o algo, ha atestiguado en un papel.
De nada sirve todo lo que pueda haber leído, visto, oído, vivido, etc., no ayuda, no es útil no produce. Solo se necesita aquello que pueda aseverar con un inútil título, debería decir el encargado de la entrevista. Sonará pretencioso pero preferiría pasar horas hablándole de libros, películas, experiencias (que no experiencia), y todo ello le resultaría, a mi contratante, extremadamente más válido para considerar mi contratación.
Al principio de esta sarta de quejas injustas, decía que se había escrito mucho sobre el trabajo a lo largo de la historia de la humanidad; decía también que había leído algunas de aquellas disertaciones en parte por una cierta cojera marxista. De algún modo, desde mi primera vez, de aquellos textos deduje, creí ver, quise intuir, esperé entender, que el ser humano era más que su trabajo, que era más que lo que producía, que es más que las utilidades que representa.
Por suerte se que soy más que mi currículum, por suerte lo aprendí a tiempo; que triste debe ser el mundo para aquellos que son, tan solo, aquello para lo que son útiles.
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