sábado, 31 de octubre de 2009

Sobre la escritura


Se suele decir, que lo más importante de nuestra vida, no lo aprendemos por nosotros mismo, que alguien debe enseñárnoslo. Ha vuelto a ocurrir: alguien a quien he minusvalorado demasiado tiempo, me ha enseñado una lección muy importante sobre escribir.

Desde que alguien me dijo una vez que debía poner empeño y dedicar tiempo y esfuerzo a ello, que quizás consiguiese contar algo interesante algún día, he vivido más pendiente de un posible futuro, de la droga de una ensoñación aturdiente que del presente al que debería haberme agarrado firmemente.

Había aprendido que el acto de escribir solo se completaba cuando alguien leía, cuando alguien hacía suyas mis palabras, sin más mediación que conjuntos de letras. Lo que no sabía, o prefería no saber, es que no solo se escribe para los demás, también para uno mismo. Escribir es abrirse al mundo, diría uno de mis profesores en la facultad, pero es abrirse a un mundo hostil, de ahí que demasiados prefiramos retener para nosotros lo escrito, matarlo, al menos hasta que creemos que quien lo lea nos felicitará lo suficiente.

Es sin duda lo más horrible que alguien puede hacer, es la perversión de la escritura. Solo puede tener sentido si sirve para arrojarse a un mudo hiriente, si la esperanza de salir vivo de la criba es poca.

Puede sonar terrible, deprimente, pedante, o algo incluso peor, pero lo cierto es que el bufón que se pasea sobre un cable con red no merece un aplauso; solo aquel que se enfrenta a la mirada del vacío sin la seguridad de la red escribe, vive.

Por una vez, y que sirva solo como excepción este texto es para mi, solo para mi. Es un epitafio, es un recordatorio que espero, no llegue demasiado tarde.

1 comentario:

  1. "Solo puede tener sentido si sirve para arrojarse a un mundo hiriente, si la esperanza de salir vivo de la criba es poca" gran verdad, pena que cada día queden menos críticos.

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