martes, 1 de diciembre de 2009

Ellos tienen la culpa de todo

No se por que me tengo que sentir mal por no entenderlo, por no saber mirar más allá, pero hace mucho tiempo que es así. No pienso pedir perdón por creer a Ernest, por escuchar a Fiodor, por seguir a Noam. Nunca se van de mi cabeza aquellos diálogos, esas historias, esos argumentos.

Por suerte o por desgracia crecí entre libros y películas, conforman mi vida, determinan mis decisiones, son más reales que algunos de mis días. Por ellos no entiendo lo que pasa a mi alrededor, gracias a ellos espero lo imposible en cada encuentro, y así me va.

No es una queja, es una reafirmación, es la forclusión de mi padre, que no seré capaz de llevar a cabo nunca; es la terapia que conozco pero no se seguir, es, y solo en cierta medida, una condena que yo mismo alimento y que prefiero no abandonar.

Él seguramente creerá que soy un fatalista, ella ni siquiera lo leerá, y quizás por eso lo escribo, y ellos, no creo que le den mayor importancia, simplemente han aprendido a tolerarme tal y como he decidido invertarme, calcándome de cientos de modelos.

Es, de un modo definitivo, una idea que vuelve a aparecérseme periódicamente, con una regularidad sistemática. Mi vida no es más real que mis ambiciones, mis ideas, mis sueños y quizás mis esperanzas. Ese siempre será mi problema, o creer que ese es y será mi problema, en realidad poco importa.

Lo siento, solo siento no saber poner por escrito lo que en mi mente es claro y definido. No soy capaz, al menos esta vez, de hacerlo. Y quizás por una vez, eso me haga feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario