No se por que me tengo que sentir mal por no entenderlo, por no saber mirar más allá, pero hace mucho tiempo que es así. No pienso pedir perdón por creer a Ernest, por escuchar a Fiodor, por seguir a Noam. Nunca se van de mi cabeza aquellos diálogos, esas historias, esos argumentos.
Por suerte o por desgracia crecí entre libros y películas, conforman mi vida, determinan mis decisiones, son más reales que algunos de mis días. Por ellos no entiendo lo que pasa a mi alrededor, gracias a ellos espero lo imposible en cada encuentro, y así me va.
No es una queja, es una reafirmación, es la forclusión de mi padre, que no seré capaz de llevar a cabo nunca; es la terapia que conozco pero no se seguir, es, y solo en cierta medida, una condena que yo mismo alimento y que prefiero no abandonar.
Él seguramente creerá que soy un fatalista, ella ni siquiera lo leerá, y quizás por eso lo escribo, y ellos, no creo que le den mayor importancia, simplemente han aprendido a tolerarme tal y como he decidido invertarme, calcándome de cientos de modelos.
Es, de un modo definitivo, una idea que vuelve a aparecérseme periódicamente, con una regularidad sistemática. Mi vida no es más real que mis ambiciones, mis ideas, mis sueños y quizás mis esperanzas. Ese siempre será mi problema, o creer que ese es y será mi problema, en realidad poco importa.
Lo siento, solo siento no saber poner por escrito lo que en mi mente es claro y definido. No soy capaz, al menos esta vez, de hacerlo. Y quizás por una vez, eso me haga feliz.
Maquínico
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario